En Yerma, Lorca nos enseña su particular perspectiva del amor desde un ángulo particular: el de la procreación. Yerma es la catástrofe de la esterilidad, del deseo maternal fallido. Yerma representa a la mujer llena de vitalidad que quiere hacerse como tal y su marido es un personaje mezquinamente desapasionado. La imposibilidad de la llegada del hijo representa y sintetiza el drama de la carencia de amor entre ellos. Todo lo mencionado anunciado en el marco rural que aprisiona y encierra ancestrales pasiones y prejuicios.
Acto primero
Cuadro primero
Al abrirse el telón observamos a Yerma dormida cubierta en una luz de ensueño. Cruza la escena un pastor con un pequeño cogido de la mano y vestido de blanco. Cuando van la luz se cambia a la de una mañana de primavera.
Comienza la obra con una conversación entre Yerma y Juan, su marido. En ésta se expone por una sección, el carácter seco de Juan, que no se deja proteger, querer, pero que tampoco quiere proteger y querer y como todo lo mencionado preocupa a Yerma, y por otra visto que no esperan hijos, esa infertilidad que es el núcleo de la obra. Una doble infertilidad por consiguiente, la del amor en la pareja y la del fruto de ese mismo amor.
Mientras Juan sale a trabajar al campo, Yerma queda sola cosiendo y cantando como si hablara con un pequeño. Entra por la puerta María con un lío de ropa que ha comprado en la tienda, Yerma le pregunta si se va a llevar a cabo una blusa y ella le dice que no, que es para hacerle ropa al niño recién nacido que espera. Yerma asombrada (su amiga se casó hace solo cinco meses y ella ya transporta casada dos años) e interesada le pregunta cosas sobre su embarazo y quedan comentando de estas cosas. Yerma se expone preocupada por su incapacidad de quedar embarazada y su amiga le dice que ya va a venir.
Sale su amiga y entra Víctor que la ve cosiendo y le pregunta qué hace. Ella le contesta que unos pañales y él le pregunta si está en cinta. Ella dice que no son para ella sino para su amiga. Víctor le dice que en aquella casa es necesario un pequeño, que debe mencionarle a su marido que no se preocupe tanto de su trabajo y que se preocupe más por ella. Sale Víctor y ella se aproxima al lugar donde él estaba parado, respira hondo y regresa a sus trabajos. Telón.
Cuadro segundo
En el campo Yerma trae una cesta y está con una anciana. Yerma le dice que viene de llevarle comida a su marido que trabaja en los olivos. La vieja le pregunta si tiene hijos y ella le contesta que no. La anciana le dice que no se preocupe que ya van a venir y le cuenta de sus dos esposos y de sus catorce hijos. Yerma hallándose en seguridad con ella comienza a hacerle cuestiones e saber por la causa de que ella esté «seca». La anciana le pregunta lo que siente por su marido, si lo quiere y si tiembla en el momento que está con él. Yerma le contesta que una vez le ocurrió algo de esta forma con Víctor cuando la cogió en brazos para saltar una acequia, pero que con su marido es diferente porque éste se lo dio su padre y ella lo admitió. Se casó obligada aunque admitió de gusto porque enseguida pensó en los hijos. Dice que está vacía, pero que se está llenando de odio, que las muchachas que como ella se crian en el campo tienen las puertas cerradas. Se despiden y Yerma pide que Dios la ampare, pero la anciana le dice que cuando va a llegar el día que la gente nos demos cuenta de que Dios no existe y que los únicos que nos tienen la posibilidad de amparar son los hombres.
Sale la anciana y se muestran dos muchachas. Hablan de los hombres que trabajan en el campo. Una de las muchachas dice que debe apurarse ya que dejó a su hijo solo en el hogar, ella la reprende por su irresponsabilidad y la muchacha se apresura. Quedan Yerma y la otra muchacha comentando. Ésta le dice que ellas dos están mejor sin hijos. Yerma dice que ella no y le pregunta que por qué se casó. La muchacha le contesta que porque la casaron, que todas se casan, que qué necesidad poseía de casarse con su novio si de esta forma estaban bien. Yerma le pregunta si su madre es la que vive en la parte más alta del monte. Ella le contesta que sí y que su madre se denomina Dolores. Desaparece la muchacha para proceder a ofrecerle la comida a su marido.
Se escucha la voz de Víctor que canta, Yerma además canta y se tropiezan en escena. Hablan, ella le pregunta si era él el que cantaba y él le contesta que sí, que es alegre, igual que ella es triste. Contesta que tiene fundamentos para serlo y él le dice que su marido todavía es más triste. Yerma pausa la conversación porque dice ha escuchado llorar un pequeño. Hace aparición Juan, que le pregunta qué hace ahí. Dice que hablaba. Se despide Víctor y sale. Juan le dice que debería de estar en la vivienda, que de esta forma solo proporciona que comentar a las gentes. Yerma maldice a las gentes y Juan la reprende y le pide que se vaya a la vivienda. Yerma le pregunta si lo espera y él le dice que no, que va a estar toda la noche regando, que se acueste y se duerma. Yerma asiente dramática.
Acto segundo
Cuadro primero
Con el telón cerrado se escucha el canto de las lavanderas en el arroyo.
Hablan de que Juan se llevó a sus hermanas a vivir con él y Yerma. Aseguran que antes cuidaban la iglesia y en este momento la cuidaran a ella. Comunican que la noche previo Yerma la pasó en el tranco más allá del frío. Le cuesta estar en su casa. La reprenden y otra dice que entiendan, ya que no posee hijos, pero no es su culpa. Otra dice que tienen hijos las que desean tenerlos. Enseguida especulan sobre si se la vió con otro hombre. Aseguran que en dos oportunidades, pero que solo hablaban. Comentar no es pecado, pero las miradas dicen bastante. Hasta entonces, dicen las lavanderas, que el marido está ciego y sordo, que todo se arreglaría si tuvieran hijos, que todos los días incrementa el infierno en aquella casa. Sigue la algarada entre las mujeres, hasta que de repente entran las cuñadas. Rápidamente se ponen a comentar de los rebaños que pasan por ahí cerca, van todos excepto el de Víctor. Las lavanderas recitan unas tonadas sobre las mujeres y sus maridos, sobre la casada seca y sobre los jovenes, los hijos. Mueven y apalean los paños al ritmo del recitado. Telón.
Cuadro segundo
Atardece en el hogar de Yerma, Juan se dirige a las cuñadas.
Juan pregunta que dónde está Yerma, debe estar en la fuente, pero ya saben que no le agrada que salga sola. Dice que le sirvan la comida ya que bien se la tiene ganada con su trabajo. Reprende a las hermanas, ya que una debería salir con Yerma y no dejarla sola.
Entra Yerma con dos cántaros y queda parada en la puerta. Empiezan una controversia, él le llevada a cabo en cara que salga tanto y ella que siempre esté en el campo. Él le dice que solo quiere vivir relajado y que no lo está. Ella le contesta que no le proporciona ningún fundamento para ofenderlo, ya que viva sumisa y lo que sufre se lo almacena. Él dice que no la sabe, que no la priva de nada, que quiere reposar fuera y reflexionar que ella duerme además. Ella dice que no puede reposar. Él le dice que no le falta nada. Ella dice que sí le falta. Juan le dice que en este momento se encuentra otra vez con las mismas, que ya pasaron cinco años y que él ya lo ha olvidado. Yerma dice que jamás se resignará y Juan le pide que tenga la boca clausurada porque no quiere oír habladurías de las gentes. Le dice que coman y Yerma que coman ellos, que ella no posee hambre aún.
Hace aparición María que sucede ágil por la puerta. Yerma la llama y le pregunta por que sucede tan ágil. María le contesta que siempre que transporta el pequeño en brazos lo realiza de esta forma ya que al verla Yerma siempre llora. Pasa María y Yerma toma al pequeño en brazos, regresa a quejarse con su amiga y le dice que ya casi no tiene esperanzas. María le dice que eso está muy mal. Hablan sobre su marido y las cuñadas y sobre las habladurías de la multitud de que le agrada otro hombre. Yerma dice que aunque fuera de esta forma, lo primero de su casa es la honradez. María se lamenta de lo que está pasando su amiga y se marcha.
Hace aparición la muchacha con la que habló en el sendero y le dice que su madre la está aguardando. Entra Víctor preguntando por Juan. La muchacha se despide diciéndole que la esperan, en tono cómplice. Víctor viene a despedirse ya que se va con sus hermanos, como quiere su padre. Yerma le pregunta que por qué se va si ahí la multitud le quiere y le recuerda cuando la cargó en brazos. Víctor dice que todo cambia y ella le contesta que hay cosas que jamás lo hacen. Hace aparición Juan y dice que le compró los rebaños a Víctor. Se despiden y hay una tensión entre Yerma y Víctor. Van y Yerma queda angustiada viendo su mano que termina de estrechar la de Víctor. Hace aparición la muchacha otra vez y sale Yerma con ella.
Queda la escena sin luz y hace aparición una hermana con una vela llamando a Yerma. Hace aparición la otra cuñada y ámbas van por la puerta llamándola. Entre los gritos de ¡Yerma, Yerma!, se oyen a la distancia los ruidos de los pastores.
Acto tercero
Cuadro primero
Está amaneciendo. En el hogar de Dolores la conjuradora. Entra ella con Yerma y dos ancianas.
Dolores le dice que frecuentemente logró estas oraciones en el cementerio con mujeres que ansiaban hijos y todas tuvieron miedo menos ella. Yerma le dice que ella vino por el resultado y porque piensa que Dolores no es mujer engañadora. Hablan sobre otras mujeres que hicieron las oraciones y han quedado embarazadas. Una anciana dice que las mujeres que no pudiesen tener hijos, no los deberían de desear. Yerma le contesta que ella piensa eso porque ya es vieja, pero ella solo piensa en el presente y en tener a su hijo. Le aseguran que hasta entonces debe ampararse en el cariño a su marido, que es un hombre bueno. Ella dice que sí, pero que siente que en la cama en el momento que está con ella es como si fuera un hombre frío. Ella dice que no ansía tener hijos.
Todas le recomiendan que se vaya ya que ya va a amanecer y no es conveniente que la vean sola. Yerma pregunta cuáles son las oraciones que debe reiterar. De repente se oyen fuera voces. Llaman a la puerta. Abren y se muestran Juan y ámbas cuñadas. Juan la reprende y Dolores le dice que no hizo nada malo. Juan le contesta que lo transporta realizando desde el día que se casaron, clavándole los ojos, pasando las noches en vela y llenando de pésimos suspiros sus almohadas. Yerma le dice que ella es una mujer honrada y que él no posee nada que reprocharle. Juan contesta que todos en el pueblo murmuran y lo miran mal, que qué es lo que busca. Ella le contesta que lo busca a él y se tira a sus brazos, pero Juan la aparta bruscamente y la tira al suelo. Yerma maldice su sed de tener un hijo y Juan la reprende ya que se oyen voces de gente afuera. Juan le pide silencio y van mientras Yerma va diciendo: «Una cosa es querer con la cabeza y otra cosa es que el cuerpo, ¡maldito sea el cuerpo!, no nos responda.»
Cuadro segundo
En los alrededores de una ermita en medio de una montaña. Hay un carro y una tienda rústica llevada a cabo con mantas donde está Yerma. Entran mujeres con ofrendas a la ermita cantando.
La vieja pagana que habló al inicio con Yerma reprende a las mujeres, ya que todos los años vienen a soliciar hijos al santo y todos los años llegan más hombres solos a esta romería. Discuten las mujeres y la anciana y van.
Entra María con una muchacha. María dice que le costó bastante que Yerma viniera, que trae una mala iniciativa aunque no sabe cual es. Hablan otra vez sobre los hijos, sobre que los tiene el que los debe tener y sobre los hombres solos que todos los años vienen en más grande número a la romería. Salen.
Entra Yerma con seis mujeres que van a la iglesia, van descalzas y llevan cirios. Comienza a anochecer. Recitan oraciones. Entran a la iglesia.
Van muchachas corriendo con cintas, se forma una algarabía que va en crescendo. Crece el ruido y se muestran dos máscaras populares, una como macho y otra como hembra. Danzan, el fondo se llena de gente que grita. Un pequeño dice que son el demonio y su mujer. Recitan unos versos y danzan, representan una clase de ritual de fertilidad. Van todos bailando.
Hace aparición la vieja pagana y al ingresar Yerma le pregunta que por qué vino. Yerma dice que no sabe. La vieja le pregunta por su marido y ella contesta que está ahí bebiendo. La anciana le dice que ya es hora de decir lo que es imposible callar, que la culpa es de su marido, que su casta no es buena, pero no obstante la de ella sí lo es, que tiene hermanos y primos a cien leguas a la redonda. Le dice que qué espera para marcharse, le recomienda que se vaya con su hijo, que su casa requiere una mujer, que se vaya con su hijo y vivirán los tres juntos y su marido no va a poder llevar a cabo nada. Yerma apela a su honra y dice que jamás lo haría, que ella por el momento no busca, que es como un campo seco. La vieja le contesta que siga de esta forma marchita, que no le proporciona ninguna pena y que ella buscará otra mujer para su hijo. Se va la anciana.
Yerma se dirige al carro y hace aparición detrás del mismo su marido.
Yerma le pregunta si ha escuchado todo. Él contesta que sí y ella le pide que la deje pacificamente. Juan le dice que ya es hora de que él dialogue y además se queje, ya que en este momento se encuentra cansado de amarguras y de cosas oscuras, que a él solo le importa lo que tiene entre las manos, que muchas mujeres serían contentos sin hijos. Yerma le pregunta que entonces qué buscaba en ella. Él le contesta que a ella misma, pero Yerma se revuelve preguntando por su hijo. Juan le contesta que jamás lo van a tener, que se resigne, que viva pacificamente. La abraza. Ella le dice que qué busca, él que la bese. Yerma proporciona un grito y aprieta la garganta de su marido hasta matarlo.
Queda Yerma comentando sola. «No les acerquéis, porque he matado a mi hijo, ¡yo misma he matado a mi hijo! Acude un grupo que queda al fondo y se escucha el coro de la romería.
Personajes
Yerma: Personaje principal total de la obra que transporta su nombre. Representa a la mujer escencial que quiere hacerse, aunque ella centra todo su propósito en tener descendencia, debido en parte al ámbito rural que le circunda en donde esa ejecución solo se ve poder darse por medio de la maternidad.
Juan: Marido de Yerma, representa el desamor, debido a que su imposibilidad de ofrecerle hijos a Yerma pareciera querer sintetizar los inconvenientes de su relación matrimonial, que por último Yerma soluciona penosamente asesinándolo.
Víctor: Es el hombre alegre, compañero en el campo de Juan, que en algún momento logró sentir a Yerma, al tomarla en brazos, el cariño que su marido jamás le ha podido ofrecer.
Vieja pagana: Este personaje representa a la anciana sabia, que no se deja llevar por las creencias marchitas de todo un pueblo con sus prácticas oscuras y religiosas. Quiere seducir a Yerma de que abandone a su marido y se vaya con su hijo y de alguna forma enderece su historia.
Dolores y su hija: Mujeres que viven en una vivienda en lo prominente del cerro. Dolores es la conjuradora a la que acude Yerma para intentar de algún forma tener al hijo que quiere.