Héctor William Zorrilla, reconocido psicólogo convertido en escritor, irrumpe en el mercado literario con su obra maestra: Los Reinos de la Ternura. En este libro de cuentos, Zorrilla demuestra, sin necesidad de profundas investigaciones, que busca su propia expresión a partir de sus vivencias personales.
A finales del siglo XX, muchos cuentistas latinoamericanos se sumaron a las corrientes experimentalistas, incluida aquella que abogaba, tal vez aún lo haga, por cuentos sin anécdota, narraciones que no cuentan nada. Sin embargo, los cuentos de William Zorrilla revelan que este autor no ha caído en la trampa de escribir relatos vacíos, lo cual constituye una tarea sumamente ardua.
En un retorno a la esencia del cuento clásico, algunos escritores buscan narrar historias. No buscamos un revoltijo de estampas, cuadros, consejos, tradiciones, leyendas, relatos o géneros menores que comparten la forma narrativa, pero que difieren sustancialmente del cuento en cuanto a técnica y estilo. Tampoco abogamos por esa extraña especie denominada “anticuento”, que pretende negar la esencia misma del cuento. Debemos aspirar a cuentos que estén a la altura de la definición: “El cuento es el tigre de la fauna literaria”, como lo denominó Juan Bosch.
Hablar de teoría del cuento en la República Dominicana sin mencionar a Juan Bosch resulta difícil. Vale la pena citar, aunque sea de memoria, su afirmación de que es más difícil lograr un buen libro de cuentos que una novela.
Esta cita es especialmente relevante para William Zorrilla, quien ha logrado escribir un excelente libro de cuentos. El autor, en una introducción al inicio del libro, declara su deseo de encontrar su propia voz y de escribir cuentos que reflejen su estilo personal.
Esas palabras, sin embargo, resultan superfluas, ya que los cuentos no las necesitan para ser comprendidos, disfrutados, sentidos. Ahí está su voz. Y es la voz de un escritor que, consciente de su oficio, plasma sus fobias, sus pasiones. Los cuentistas vuelven al cuento clásico, al cuento que narra una historia.
Entre realidades y fantasías, entre magia y hechos ciertos, William Zorrilla construye el universo de sus cuentos, cada uno de los cuales encierra una apreciable dosis de poesía.
Algunos cuentos narrarán historias tan extrañas como las que se encuentran en “Adiós, Hemingway” y “El Reino de las Fobias”, mientras que otros nos llevarán a un reino mágico al estilo de la mitología griega. “Sentados debajo del árbol, Ibis y Fito dejaron fluir en sus mentes las experiencias compartidas con seres extraordinarios”. Así comienza el cuento “El Relato de una Supra-existencia”.
Héctor William Zorrilla no es un extraño en el arte de escribir
Ha publicado tres libros en su campo de especialidad profesional, la Psicología. Sus cuentos no son ajenos a esta formación y experiencia. Parece que el fruto más provechoso de ello se encuentra en la diversidad de sus temas.
Trenes, lluvia de otoño, problemas sexuales de Adán, la persistencia de Hemingway, por mencionar solo algunos, convierten a Los Reinos de la Ternura en un libro con aspiraciones universales. Sin embargo, William Zorrilla no ha renegado de la tierra que lo vio nacer. Aquí encontramos el machete que decapita a Amanda, quien hizo morir a su marido al revelarle que ninguno de sus hijos era suyo. Aquí encontramos también el patio de la abuela y las gallinas que escarban en él.
En algún pasaje de “Cien años de soledad”, el gran monumento literario erigido por Gabriel García Márquez, el gitano Melquíades afirmó algo parecido a: “Las cosas tienen vida propia, solo hace falta despertarles el alma”.
La Magia de las Palabras: Un Análisis Semántico
Dentro de la obra maestra de Héctor William Zorrilla, Los Reinos de la Ternura, la magia de las palabras se despliega en un deslumbrante análisis semántico. El autor demuestra su habilidad para seleccionar cuidadosamente cada vocablo, dotando a sus cuentos de una riqueza lingüística incomparable.
En cada relato, Zorrilla nos sumerge en un universo de significados profundos y evocadores. Cada palabra elegida con esmero es como un pincel que pinta un lienzo literario de emociones y sensaciones. Los conceptos abstractos se materializan en metáforas vívidas y las descripciones se tornan poesía en movimiento.
Asimismo, el autor juega con la ambigüedad de ciertas palabras, otorgándoles múltiples interpretaciones. Este uso ingenioso del lenguaje invita al lector a adentrarse en las capas de significado y descubrir nuevas perspectivas en cada lectura. Zorrilla demuestra su dominio del idioma al explorar las sutilezas semánticas y utilizarlas como herramienta narrativa.
La prosa en Los Reinos de la Ternura se convierte en un elemento esencial que enlaza las historias, otorgándoles estructura y vitalidad. El autor emplea una amplia gama de vocablos, persiguiendo la diversidad léxica sin incurrir en repeticiones innecesarias. Cada término, cada expresión, se elige cuidadosamente con el fin de transmitir el matiz preciso que demanda la narración.
Con esta meticulosa elección de palabras, Zorrilla nos sumerge en una experiencia literaria en la que cada oración, cada párrafo, es una obra de arte en sí misma. La prosa se convierte en una sinfonía lingüística que acaricia los sentidos del lector y le transporta a mundos imaginarios llenos de belleza y sorpresa.
Un Viaje de lo Cotidiano a lo Extraordinario: Los Personajes de Zorrilla
En Los Reinos de la Ternura, Héctor William Zorrilla nos presenta una galería de personajes inolvidables que nos acompañan en un viaje de lo cotidiano a lo extraordinario. Cada uno de ellos es una pieza fundamental en el entramado de los cuentos, aportando su singularidad y su esencia a la trama.
Zorrilla logra dotar a sus personajes de una profundidad psicológica notable, revelando sus miedos, anhelos y pasiones más íntimas. A través de ellos, el autor explora la complejidad de la condición humana, mostrándonos facetas universales que nos invitan a la reflexión y la empatía.
Estos personajes, ya sean reales o fantásticos, cobran vida en cada página, saltando del papel con una vitalidad asombrosa. Sus diálogos son auténticos y llenos de matices, reflejando las sutilezas de la comunicación humana. Cada gesto, cada mirada, cada palabra pronunciada revela una dimensión adicional de su personalidad.
En los cuentos de William Zorrilla, las cosas cobran vida propia. Actúan porque él, como auténtico creador, les insufla aliento y personalidad. Los objetos, los escenarios, los personajes adquieren una fuerza única que los convierte en protagonistas.
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