El horror de este cuento procede más que nada del ámbito lúgubre, desértico e inquietante que circunda la increíble casa.
El relato está hecho en primera persona; el narrador acude a conocer a un viejo amigo de el, Roderick Usher, quien lo ha llamado con urgencia para que lo acompañe y pase con él una temporada en su vieja mansión, ya que se siente presa de misteriosos terrores.
La carta de Usher revela la agitación nerviosa de éste: dice sufrir un malestar físico y hasta cierto caos mental.
El narrador parte solo, un día de otoño “oscuro, sombrío y discreto”, y llega al anochecer a la tenebrosa casa, la cual se ve cubierta en un “vapor malvado y pesado”.
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[amazon bestseller=”LA CAIDA DE LA CASA USHER” items=”3″ grid=”3″]El interior de la mansión concuerda con su apariencia externo; sus intrincados corredores tienen “negros pisos de ébano”, y el estudio donde Roderick Usher recibe a su amigo es una cuarto triste y desolada.
Usher es un hombre acabado, enfermo avejentado, último baluarte de su familia débil y enfermiza.
Es cordial, sincero y afectuoso, pero inspira temor y compasión; se le nota nervioso, incoherente y voluble en sus reacciones, gobernado por una imprecisa sensación de pánico, influido sin lugar a dudas por el tiempo peculiar de la mansión en que vive.
Usher tiene un concepto fija: va a fallecer de terror.
Los hechos se precipitan.
Roderick vive solo con su exclusiva hermana, lady Madeline, enferma desde tiempo atrás de una rara languidez, quien esa misma noche cae en cama rendida por su mal.
Poco luego, Usher comunica a su amigo la desaparición de lady Madeline; antes de enterrar terminantemente el cadáver, quiere conservarlo en una de las bóvedas que hay en los muros de la vivienda.
Así, los dos bajan el ataúd al fondo de un reducido nicho profundo y oscuro.
Pasan siete u ocho días. Una noche el visitante no puede dormir: siente vagos temores, un desasosiego que va en incremento. De repente llega su amigo, pálido y desencajado y le ofrece hacerle empresa.
Ambos pasan juntos una indescriptible noche de terror: hay tormenta, el viento “hace comentar” a los pesados cortinajes, escuchan raros ruidos, comentarios y ecos cada vez más próximos como si alguien se acercara.
De repente se abren lentamente ambas hojas de la puerta y hace aparición “la alta y amortajada figura de lady Madeline”. Como sufría asaltos de catalepsia, la habían sepultado viva.
Madeline otorga unos pasos hacia su hermano y cae agonizante sobre él, arrastrándolo consigo al suelo. Roderick muere de terror, como él mismo había vaticinado.
Lleno de horror, el amigo huye despavorido de la alucinante casa, y al distanciarse ve cómo de repente empieza a derrumbarse la vieja mansión frente sus ojos y a ocultar en las turbias aguas del lago que la circunda, identificándose de esta forma con el destino de sus desdichados pobladores.